Con la llegada del invierno, no solo bajan las temperaturas, también se ponen en práctica trucos domésticos que se transmiten de generación en generación. Entre ellos, hay uno que llama particularmente la atención: colocar sal en las ventanas.

La escena es conocida en muchas casas, sobre todo en regiones donde el frío se instala con fuerza: un pequeño recipiente con sal cerca del vidrio o incluso sal esparcida en los marcos de las aberturas. No se trata de una superstición ni de un gesto decorativo: hay una razón práctica detrás de esta acción que puede parecer absurda.

Calefacción: ¿qué artefacto eléctrico consume menos energía en invierno?

A pesar de su bajo perfil, esta costumbre tiene una función específica vinculada a los efectos de la humedad y las bajas temperaturas sobre el hogar. 

¿Para qué sirve poner sal en la ventana durante el invierno?

Expertos en soluciones caseras aseguran que la sal es muy efectiva para reducir la humedad. Por este motivo, sugieren ubicar un recipiente grande con sal junto a las ventanas especialmente durante la temporada de bajas temperaturas. 

Su utilidad se basa en su capacidad para absorber la condensación, que no solo proviene de la humedad relativa del ambiente, sino también de la que surge por la diferencia térmica entre el interior calefaccionado y el frío exterior.

Este contraste provoca que el vapor de agua del aire se condense sobre los vidrios, formando gotas que humedecen las superficies cercanas. El exceso de humedad en paredes y ventanas puede, además, intensificar la sensación de frío dentro del hogar.

¿Cuánta sal se necesita para colocar junto a las ventanas y combatir la humedad?

Todo depende del tamaño de la abertura. Cuanto mayor sea la ventana, mayor será la cantidad requerida, aunque en la mayoría de los casos un recipiente pequeño suele alcanzar”, aclara.

Respecto al tiempo que tarda la sal en absorber la humedad, no hay un plazo exacto: se trata de observar. A medida que el contenido del cuenco se apelmaza, es señal de que debe ser reemplazado.

Por otro lado, la sal puede reutilizarse: basta con secarla al sol o darle un golpe de horno, ya que se trata de un recurso simple y reutilizable.